Érase una vez en
un lugar próspero donde habitaban cuatro tribus, muy cercanamente entre ellas,
todas con características distintivas y que por ello estaban separadas.
Las cuatro procuraban no acercarse una a la otra para
evitar problemas y así se mantenía la paz.
Una tribu se caracterizaba por la tranquilidad, la
pasividad entre ellos, con los animales y la naturaleza. Les gustaba la
meditación y oración a sus dioses y la pesca. Ésta se llamaba “verite”.
Otra tribu presentaba características muy diferentes pues
a sus habitantes les costaba quedarse tranquilos. Ellos preferían jugar
rudamente entre ellos y en cualquier lugar que estaban causaban destrozos. Les
gustaba matar animales solo por diversión, es decir, eran sanguinarios y solo
cogían unos trozos de carne para comer. Ésta se llamaba “rodajo”.
Otra de las tribus a diferencia de las anteriores era
distinguida por su trabajo honrado, ellos estaban siempre activos y sus labores
se enfocaban en la agricultura y la carpintería. Ésta se llamaba “amaralo”.
Finalmente estaba la tribu que reunía diferentes
actitudes y labores de las tres anteriores, éste grupo trataba de observar una
actitud tranquila y de armonía pero cuando se trataba de cazar ellos eran muy
rudos y despiadados con los animales. Éstos se dedicaban al comercio y les
gustaba esforzarse en ello, lo hacían de la mejor forma, y también practicaban
un poco la agricultura. Ésta de llamaba “roconam”.
Todo marchaba muy bien hasta que un día un grupo de
roconamitas decidió ir a vender productos a la tribu de los verites y para ello
caminaron por un lugar que quedaba en medio de todas las tribus. A su paso por
allí les llamó la atención algo, era un árbol que jamás habían visto, se
pararon a investigar y vieron que tenía un fruto blanco, ellos decidieron
probarlo y resultó ser inofensivo y muy delicioso entonces cortaron una buena
cantidad para vender.
Ellos llegaron a la tribu verite y vendieron algo de
fruta y después pasaron por las otras dos tribus y también vendieron allí.
A las tres tribus les llamó la atención el fruto ya que
era muy delicioso y comenzaron a buscarlo.
Un día grupos de las tres tribus se encontraron justo en
el lugar que estaba el árbol y después apareció un grupo de la faltante.
¡Impresionante! Las cuatro las cuatro tribus se
encontraban justo a los lados del árbol y su fruto, al cual los roconamitas lo
nombraron manzana. Todos observaban la fruta que parecía un tesoro invaluable y
precioso que sólo el hombre más poderoso del mundo podía tener.
Las cuatro tribus, sin decir una palabra se lanzaron
sobre el árbol para ganarse la fruta, tanto era su afán de conseguirla que
comenzaron a pelear tribu contra tribu.
La riña era fatal solo se veían y oían los golpes que
molían carne y así duro un buen rato pero todos vieron que nadie se daba por
vencido así que se retiraron cada quien a donde pertenecía.
Los jefes de las tribus recurrieron a los anciano sabios
para saber cómo ganar el fruto y les contaron lo que había pasado y que las
demás tribus estaban dispuestas a hacer todo lo posible para conseguirlo,
entonces los sabios dijeron: -o hacemos
algo por esto o moriremos todos – y entonces como si se hubieran puesto de
acuerdo, los ancianos de las cuatro tribus se encontraron en el lugar donde
estaba el árbol y allí reunidos pidieron ayuda a los dioses y estos apiadándose
de ellos decidieron dar arreglo, entonces comenzaron a nacer otros tres arboles
de la misma especie pero el color de la fruta de cada uno era diferente y el
que anteriormente era blanco se tornó amarillo con rojo. Y así finalmente
quedaron cuatro árboles y los dioses hablaron a los sabios: -un árbol, el de
fruto amarillo con rojo, anteriormente blanco, pertenecerá a los roconamitas, otro,
el de color amarillo, pertenecerá a los amaralos, otro, el de color rojo,
pertenecerá a los rodajo y finalmente, el de color verde, pertenecerá a los
verites. 
Así cada tribu tomará de su árbol y no de otro-. Los
sabios, satisfechos, dieron gracias y anunciaron la noticia a sus tribus. Todos
se reunieron y al ver los árboles se alegraron tanto que hicieron las paces con
sus vecinos. Y al final todos comieron
vivos y vivieron comiendo.