Había
una vez en un remontado pueblecito,  una
mujer, la cual aislaban de todos, puesto que era tan espantosa para la sociedad.
Ella era de estatura media, un poco jorobada, la mirada obscura, una cicatriz
que atravesaba su rostro y lo deformaba, la mujer sentía el desprecio de todos,
y fue acumulando un gran odio hacia la población y empezó a buscar de una y mil
formas para hacerles sufrir con la misma intensidad o aún peor de lo que ella
sentía; fue matando a las personas que se encontraba a su paso o se acercaba a
ella.
Los
ancianos del pueblo, como viejos sabios, al ver que era una gran amenaza y
ponía en riesgo la paz y tranquilidad que moraba en aquel lugar tomaron la decisión
de deshacerse de ella, así optaron por quemarla viva.    La mujer al ver aquella turbia tan
enfurecida como una manada de búfalos acercándose hacia donde se encontraba ella
decidió crear una maldición la cual era que cuando ella muriera reencarnaría en
el cuerpo de un tecolote, y su lamento se expresa por medio del canto de este y
todo aquel que escuche el canto de este animal perecerá.
Entonces
he ahí el dicho: “cuando el tecolote canta el indio muere”    
