Había una vez un niño
llamado Elías. Un niño de tez blanca, ni chaparro ni alto… vestía siempre un
overol, tenía 8 años… y pertenecía a una familia de buena condición económica.
Este niño tenía un problema de nacimiento: era sordo y por este motivo no tenía
amigos; Siempre que intentaba acercarse a alguien, lo rechazaban, incluso
algunos miembros de su misma familia. Sus padres, tenían momentos de llanto y
desesperación por el problema de su hijo, a veces se preguntaban qué habían
hecho para que naciera con esa deficiencia. Esto, de ninguna manera ayudaba a
Elías, pues él necesitaba ánimos, amor, sentir el cariño de sus padres, pero ni
sus padres ni él eran tan fuertes.
Cierto día, estaba Elías
llorando en su cuarto, cuando de pronto, comenzó a aparecerse un ángel ante él…
era muy hermoso, de luz resplandeciente, parecía que el mismo sol había entrado
en aquella recámara. Elías quedó sorprendido, incluso asustado. Con voz
temblorosa preguntó: -¿quién eres? Y el ángel le mostró un cuadro que tenía en
su buró, era la oración de “ángel de mi guarda”. Entonces Elías supo quién era
aquel sorprendente ser.
Para que pudieran
platicar, el ángel tocó los oídos de Elías y el niño pudo escucharlo. Le dijo
el ángel: -Sé todo lo que ha pasado a lo largo de estos 8 años de tu vida, pues
dios me eligió para ser quien te cuide. He visto tus sufrimientos y estos son
también los míos…
Elías le dijo: - mis
papás lloran por mí, y no me gusta ver su sufrimiento, porque también me hacen
sufrir a mí. Mis compañeros de la escuela de Educación Especial corren al ver
que me voy a acercar a ellos. Sólo la maestra y mis papás me quieren, pero, yo
quiero tener amigos, jugar con ellos y sobre todo, quiero ser feliz.
Elías y el ángel duraron
mucho tiempo platicando, y al ver que ya era muy tarde, le dijo el ángel: -como
ya sabes, yo estoy contigo y todos los
días te cuido, pero sólo me puedes ver y hablar aquí, en tu cuarto cuando haya
anochecido. Solo tienes que tomar tu oración y rezarla con devoción, y entonces
llegaré hasta ti.
Le dijo también que sólo
lo podría escuchar a él como lo hizo esa noche.
Elías le dijo: -Eres mi
primer amigo, muchas gracias por dejarme verte. Al instante lo abrazó, y el ángel
se fue; desde aquella noche Elías se sintió feliz porque sabía que tenía a
alguien a quien le podía hablar y escuchar, pero sobre todo, porque había
conocido a su primer amigo. Ya no era el mismo niño triste que todos solían
ver, sino que ahora mantenía una sonrisa en su rostro frecuentemente. Sus padres
también se llenaron de alegría al ver el cambio de su hijo, aunque no sabían la
razón.
Elías esperaba ansioso a
que llegara la noche de cada día para platicar con su fiel amigo. Su corazón se
llenaba de alegría cada vez que platicaba con él…
Pasaron 2 años… los
padres de Elías le dieron una gran noticia: lo iban a operar para que pudiera
oír, pues un doctor les dijo que era un 80% de posibilidades de que pudiera
recuperar su audición. Elías, muy contento abrazó a sus padres y les agradeció
por lo que hacían con él, y por la noche, se lo contó a su amigo (aunque éste
ya lo sabía). El ángel se alegró con él y le deseó mucha suerte, pero un rato
después, se puso triste, y el niño le preguntó a qué se debía su tristeza, a lo
que el ángel le contestó: -tú ya no serás el mismo, cuando recuperes la audición
me abandonarás, porque vas a conocer nuevas amistades, aunque es lo que más anhelas,
y tal vés más adelante te encontrarás con otros caminos y temo que sean malos…
Hubo un momento de
silencio y agregó Elías:
!Amigo! ¿Cómo se te ocurre
que te abandonaría? ¡nunca lo haría!. Has sido quien a lo largo de estos 2 años
me escucha y en quien tengo toda mi confianza. Ocupas un gran espacio en mi
corazón. Mira, es más, ¡te prometo que nunca te abandonaré!, Y al decir esto,
lo abrazó muy fuerte, y ahora el ángel estaba feliz con Elías.
Dos semanas después llegó
el día en que operarían a Elías. El niño se sentía nervioso, inseguro, se decía
a sí mismo: ¿y si falla la operación?, ¿Si es en vano tanta felicidad por esta
ansia de poder oír?, y antes de la operación estaba llorando, pero el ángel le
susurró: “todo va a estar bien” ¡podrás oír!; esto dio más seguridad a Elías,
abrazó a sus padres y después lo intervinieron en un pequeño cuarto que tenía adornos,
tres cuadros, uno de ellos era el del ángel de la guarda, y encima de la cama
había un crucifijo. Elías ahora estaba mucho más seguro de sí mismo, y sonreía.
Llegó el doctor que iba a
realizar la operación y antes de eso, le dio un leve golpecito en el hombre y
levantó el pulgar de su mano derecha, para indicarle que todo estaría bien.
Luego inyectó a Elías para que se durmiera al realizar la operación.
Pasaron 5 días, y en este
transcurso de tiempo, los padres de Elías no paraban de rezar por el éxito de
la operación. El ángel, como de costumbre, estaba al lado de Elías también
orando. Era ya la hora de ir por Elías, sus padres nerviosos, en cuanto
llegaron buscaron al doctor para preguntarle los resultados de la operación. Y éste
les contestó: “la operación fue todo un éxito, pueden ver a Elías”.
Cuando llegaron, el niño
estaba dormido, y al escuchar a sus padres se despertó muy contento exclamó: ¡puedo
oírlos! Entonces los abrazó.
Al ir de regreso, Elías estaba maravillado de
escuchar tantas cosas… las cosas a bajo volumen del auto, los pajarillos, los
ruidos de los comerciantes… sintió una gran emoción y no dejaba de agradecer a
sus papás.
Llegó la hora de dormir,
pero el niño no lo hizo, sino que como cada noche, llamó a su amigo para
contarle tantas maravillas que le sucedieron, y duraron mucho tiemplo
platicando, pues eran muchas las experiencias que le pasaban a Elías…
Elías fue encontrando
muchos nuevos amigos, podía hacer lo que tanto añoraba.
Conforme pasaba el
tiempo, el niño frecuentaba menos a su amigo, por hacer otras cosas, como ver
televisión, jugar video juegos…
Elías ya era un
adolescente, tenía 15 años. Se había olvidado por completo de su viejo amigo.
Tenía una novia llamada Guadalupe, y le dedicaba la mayoría del tiempo a ella y a algunos amigos. También conoció
una mala amistad, un joven de 18 años llamad enrique, quien lo convencía a
hacer cosas malas, por lo Elías comenzaba a hacerse rebelde.
Una noche, Enrique
convenció a elías a ir a un antro, diciéndole: “ya no eres un niño. Tienes que
experimentar lo nuevo”. Comenzaron a beber bebidas alcohólicas, por lo que
terminaron sin saber nada de lo que pasaba.
De pronto llegó al antro
una banda de malhechores tirando disparos por doquier con armas de fuego. Fue
una terrible masacre. Durante éste acto maligno, Elías estaba acostado debajo
de una mesa y de pronto sintió una fuerza sobrenatural que lo sacó de allí. Era
su viejo amigo, al que había dejado de hablar. Éste lo llevó hasta su cuarto,
hizo que recuperara la conciencia y le dijo:
“Aunque me hayas
abandonado, yo nunca lo hice”, Elías sólo podía llorar y sentir culpa de haber echado
en saco roto aquella amistad, que era la primera en su vida.
Después Elías dijo: ¡perdón,
amigo mío, perdón por no cumplir mi promesa y haberte abandonado! ¡perdón por…!
¡no te preocupes!, -interrumpió el ángel-. Yo sabía que esto ocurriría, yo
debía cumplir una misión: “hacerte feliz”, y la cumplí. Te acompañé en esos momentos
difíciles de tu infancia. Era normal que me dejaras…
Mira, ahora ya no puedo
dejar que me veas más, esta es la última vez que me vez; ahora estaré en tu
corazón, siempre te acompañé, te acompaño, y te acompañaré…
Al momento le dijo Elías:
“gracias amigo, mi fiel amigo”. Entonces el ángel fue desapareciéndose poco a
poco con una sonrisa en el rostro.
CORRIENTE LITERARIA: ROMANTICISMO
EMOCIÓN: CULPABILIDAD, TRISTEZA
FIGURA LITERARIA: DESCRIPCIÓN.
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